Una de las operaciones de mantenimiento más habituales en la moto es la de cambiar los retenes. Operación que a muchos, sólo nombrándola, ya os asusta, aunque no debéis tenerle tanto miedo. Para que lo perdáis os contamos cómo hacerlo, mostrándoos genéricamente los pasos que hay que dar, aunque hemos de puntualizar que según el tipo de horquilla podréis encontrar diferencias. No todas las horquillas son iguales, pero tiene en común un factor: los retenes que evitan que salga el aceite de su interior no son eternos.Las causas más comunes por las que se deterioran son varias: picaduras o arañazos en las barras que acaban por cortar los labios del retén; que los casquillos que guían las barras dentro de la botellas se gasten y con ellos éstas trabajen desalineadas; que al cambiar la rueda no quede bien montado el eje y en consecuencia las puntas de la horquilla están forzadas y desalineadas; y por último, que las gomas de los retenes envejezcan y pierdan elasticidad.
Para evitar confusiones recomendamos hacer la operación de desmontaje y montaje en el mismo día y tomando minuciosas notas (o mejor haciendo fotos para no olvidar nada) del orden de las piezas y arandelas que desmontemos. Hay que tener para ello comprado previamente el recambio de retenes (y casquillos si toca), el tipo de aceite y la cantidad que hemos de reponer.
No olvidéis también tener los datos de los pares de apriete que recomienda el fabricante de los tornillos que vamos a desmontar. Es muy importante aplicarlos, pues de ellos dependen el buen funcionamiento de la horquilla –a veces un exceso de apriete sobre las botellas puede causar problemas en el deslizamiento interno-. Sed metódicos, limpios y ordenados, y lanzaos a la aventura del cambio de retenes.
Recomendamos encarecidamente no iniciar la operación si no contamos con los retenes nuevos. Los originales son la opción más segura pero también, la más cara. Hay «kits», como el que mostramos, en marcas alternativas, pero de calidad, que cuestan menos. Tened en cuenta que lo barato sale caro.
Ya tenemos en las manos, desmontada, una de las patas de la horquilla. Un minucioso examen de la superficie de su barra, con la vista y pasando por encima las yemas de los dedos, delatará si en ésta hay picaduras o arañazos que hayan podido cortar el retén.
Abrid la horquilla por su parte superior. Podéis hacerlo con las barras aún amarradas a las tijas(aflojad antes los tornillos de la brida que la sujetan más próximos al tapón) o, fuera de la moto -sujetas en el tornillo de banco bien protegida con un cartón u otro material que evite arañarlas-.
En nuestro caso de ejemplo el tapón de la horquilla incorpora un perno que sirve para dar más precarga al muelle. Éste se apoya en una serie de piezas (un casquillo y una arandela) que a la hora del montaje hay que respetar su posición. Insistimos en que toméis notas o fotos al desmontar para luego el montaje.
Una vez que hemos vaciado el aceite (volcando la horquilla sobre un recipiente) sacaremos el muelle. Esta horquilla es de dureza variable (más próximas sus expiras del muelle en la parte inferior) y, por eso, al montarlos debéis respetar su posición original.
Su misión es la de fijar el hidráulico a la botella. Sin desmontarlo no podremos separar las barras de las botellas. Suele ir muy apretado y en ocasiones gira «loco» con el tubo del hidráulico al que va cogido por dentro y, por eso, cuesta mucho sacarlo.
Si os sucede lo que contamos en el paso anteriorintroducid un mango de alguna herramienta, de jardín o similar, y apretad para bloquear el hidráulico al tiempo que aflojáis el tornillo maldito. Un golpe seco sobre la llave ofrece buen resultado.
La arandela de «frenillo» es lo primero que nos solemos encontrar tras levantar el «guardapolvo» -éste lo sacáis haciendo palanca suave con un destornillador plano pequeño-. Su misión es impedir que el retén, que va debajo, se pueda mover hacia afuera de su alojamiento. Se retira con un alicate de puntas específico o un destornillador.
Calor hace falta aplicar para calentar la zona donde se alojan los retenes en la botella de la horquilla y sus casquillos. De esta forma, como el aluminio dilata bastante y el calor no dilata la goma, éstos saldrán mejor. Un secador de pelo potente nos puede servir si no tenéis pistola térmica.
Ahora ya podéis separar la barra de la botella para desmontar de esta última el retén.Con un fuerte tirón axial lo conseguiréis. Una vez todo fuera, insistimos, apuntad el orden en que va cada pieza y las arandelas.
De nuevo aplicamos calor para que se dilate el alojamiento del retén y casquillo de fricción. Éste ha de entrar primero, si la horquilla ya está vieja lo mejor es ponerlo nuevo. Que los retenes duren poco es síntoma de que el casquillo está gastado, así que ya metidos en faena mejor cambiarlo todo.
Es una herramienta especial para este cometido. Lo forman dos mitades simétricas que se colocan en el casquillo en su interior, como se ve en la foto. Cerráis el útil y los deslizáis por la barra para empujar los retenes hasta su alojamiento.
Haciendo subir y bajar enérgicamente el peso del útil conseguiréis llevar el casquillo al interior de su alojamiento en la botella. Hay que asegurarse de que queda perfectamente encajado. A continuación ya podéis poner el tornillo de fijación mostrado en el paso número cinco.
Haced lo mismo que en el paso doce, pero ahora con el retén, que antes habréis untado un poco de grasa para que deslice mejor. Una vez en su sitio colocad las arandelas, «circlip», poned la cantidad y tipo de aceite que corresponda y cerrad el tapón. Repetid la misma operación en la otra barra. Montadlas en las tijas con su par de apriete y en la misma altura que teníais –mirad las marcas de las botellas-.